Sunday, August 14, 2011

Dom Antoine Joseph Pernnety (datos biográfícos)




Dom Antoine Joseph Pernety nació el 13 de Febrero de 1716 en Rouanne. Al terminar los estudios primarios ingresó en la congregación benedictina de San Marcos.Su notable aptitud para los estudios no pasaría desapercibida por sus superiores, que lo destinaron a la Abadía de Saint-Germain-des-Pres a fin de que perfeccionara y ampliara sus estudios. En la biblioteca de esta abadía encontró valiosos textos alquímicos que despertaron en él una afición que mantendría a lo largo de su vida.

En 1758 compuso sus dos obras magnas: «Las fábulas egipcias y griegas, desveladas y reducidas al mismo principio» y el «Diccionario mito-hermético»[1] Al año siguiente embarcó, acompañando a Louis de Bougainville, hacia las Islas Malvinas con objeto de establecer allí fundaciones coloniales, retornando a Francia a finales de 1764. Los dos años siguientes fueron decisivos para él: víctima de una profunda crisis en el seno de sus convicciones religiosas abandona los hábitos y se instala en Avignon, donde participa activamente en la Masonería de Rito Escocés y Antiguo, de la que es fundador del grado 28-29, «Caballero del Sol y Príncipe Adepto», iniciación que transcurre ritualmente en el Paraíso. Sobre esta misma época crea su propia orden iniciática, el «Rito Hermético». En 1767 Federico II el Grande le propone para el cargo de Conservador de la Biblioteca Real de Berlín; Pernety acepta y se instala en Prusia, donde permanecerá 16 años; pero parece ser que originalmente el encargo iba destinado a su primo, el Abad Jacques Pernety, del que conocemos una obra bastante curiosa.[2] Los años que permaneció en Berlín son la etapa mejor documentada de su vida: su cargo le aseguraba un modo de vida muy satisfactorio en lo material, permitiéndole desarrollar una actividad intelectual particularmente rica[3]. Estudioso y apasionado de la obra de Swedemborg, que fallecería en 1772, tradujo al francés la más importante de sus obras «Las maravillas del cielo y el infierno». En 1770 compuso un pequeño manual para uso interno del Rito Hermético, el «Ritual alquímico secreto»[4] y en 1776 un tratado que dedicará a Federico II, «Del conocimiento del hombre moral por el hombre físico».[5] El caso es que en 1783, una entidad con la que decía estar en contacto, «La Santa Palabra» le conmina a abandonar Prusia y a instalarse de nuevo en Avignon.[6] Dejará Berlín el día 10 de noviembre de ese mismo año dirigiéndose a Praga para visitar el colegio de Cabalistas de esa ciudad, verdadera meca del esoterismo. A continuación orienta sus pasos hacia Görlitz, ciudad natal del teósofo Boheme y posteriormente, a París. A finales de 1784 le encontramos en Valence, en casa de su hermano, Jacques Pernety, donde permanecerá hasta 1786. Reencuentra al Marqués Vernety de Vaucroze, que le propone un retiro en Berradides, a algunas leguas de Avignon. Desde que llegó a Francia sus esfuerzos se centraron en reorganizar su orden, bajo el nuevo nombre de «Rito de los iluminados»; la orientación alquímica de este grupo es obvia, como demuestra el hecho de que en sus filas militaran alquimistas más o menos conocidos: el Abad Buyton de Moreau «Brumore», el polaco Grabianka, La Richardiere y, muy posiblemente, el filósofo Saint Baque de Bufor.[7] En 1786 sus obras fueron reeditadas, la orden contaba con un centenar de miembros y era muy popular en el mundo del esoterismo bajo el nombre de los «iluminados de Avignon». Sin embargo, las reacciones consecutivas a una escisión en el grupo propiciaron que la Inquisición tomara parte activa en el asunto; detenciones, fugas, interrogatorios no se hicieron esperar. En 1793, la justicia dispersa a los últimos hermanos y arresta, por error, al mismo Pernety. Cuando recupera la libertad reemprende sus estudios alquímicos y lucha por recomponer la orden aunque sin éxito. Antoine Dom Pernety, fallece en Avignon, el 16 de octubre de 1796.


[1] . Les Fables égyptiennes et grecques, dévoilées & réduites au mème principe, avec une explication des hiéroglyphes, et de la guerre de Troye. 2 Vols. Chez Deladain, libraire, París, 1758. (Para la traducción de las Fábulas hemos hecho uso de la segunda edición, de 1786).

Dictionnaire Mitho-hermétique, dans lequel on trouve les allégories fabuleuses des poëtes, les métaphores, les enigmes et les termes barbares des philosophes hermétiques expliqués. Chez Deladain, libraire, París, 1758. (Existe una traducción de este importante diccionario realizada por Santiago Jubany, en Ediciones Indigo, Barcelona 1993).

[2] . En 1765, en Avignon, introdujo su rito hermético dentro de la logía de los «Sectarios de la Virtud». Dentro del escocismo tambien es fundador de los grados de «Masón Verdadero», «Masón verdadero en la vida recta» y «Caballero del Iris».

[3] . Lettres philosophiques sur les physionomies. La Haya, 1748.

[4] . Rituel Alchimique Secret, du grade de vrai Maçon Academicien. Existe una traducción italiana del mismo, en facsímil, publicado por Edizioni Rebis, 1981.

[5] . Esta obra estaba seguida en un segundo volumen, de las Observations sur les maladies de l’Ame pour servir de suite au précédant, Berlín, 1777.

[6] . Laorden exacta que recibió se conserva en el Manuscrito de la Santa Palabra (Ms. 3090) en la Biblioteca del Museo Calvet, en Avignon: «Tu marcharás, tu buscarás, la obra te seguirá, tu partirás... Ya llega el día en que irás al lugar escogido para poner los cimientos de Su nuevo Pueblo...» (Mensajes del 18 y 21 de mayo de 1781). Sin embargo, retornó a Berlín sin haber hallado lo que buscaba y no abandonará definitivamente esta ciudad hasta 1783.

[7] . Del que conocemos unos comentarios a la hermética Tabla de Esmeralda Posiblemente, sea el autor de la Concordancia Mito-físico-cábalo-hermética.

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Monday, June 01, 2009

Mercurio Anubis




He aquí al Mercurio de los filósofos descrito por Pernety al presentar al dios Anubis:
Había dos Mercurios en Egipto, el uno de sobre nombre Trismegisto, inventor de los jeroglíficos de los dioses de Egipto, es decir, de los dioses fabricados por los hombres y que eran el objeto del arte sacerdotal, y el otro Mercurio llamado Anubis, que era uno de estos dioses en vista de los cuales fueron inventados estos jeroglíficos. El uno y el otro de estos Mercurios fueron dados como consejeros a Isis; Trismegisto para gobernar exteriormente y Anubis para el gobierno interior. Pero se dirá ¿cómo se puede hacer esto, puesto que Diodoro relata que Anubis acompañó a Osiris en su expedición? He aquí el medio de acordar estas contradicciones, por el cual se verá que Anubis es tanto hijo como hermano de Osiris.
Hemos dicho que Osiris e Isis eran símbolo de la materia del arte hermético, que el uno representaba el fuego de la naturaleza, el principio ígneo y generativo, macho y agente, y que el otro o Isis significaba el húmedo radical, tierra o matriz y sede de este fuego, principio pasivo o hembra y que los dos sólo formaban un mismo sujeto compuesto de estas dos substancias. Osiris era el mismo que Serapis o Amún, que algunos dicen Amón y Ammón, representado por una cabeza de carnero o con cuernos de carnero, porque este animal, según los autores citados por Kircher, [1] es de una naturaleza cálida y húmeda. Se veía a Isis con una cabeza de toro, porque era tomada por la Luna, cuyo creciente es representado por los cuernos de este animal y además es pesado y terrestre.
Anubis, en la antigüedad de Boissart, se encuentra emplazado entre Serapis y Apis, para dar a entender que está compuesto de los dos, o que viene de ellos, es pues, hijo de Osiris y de Isis y he aquí cómo. Esta materia del arte sacerdotal, puesta en el vaso, se disuelve en agua mercurial, esta agua forma el mercurio filosófico o Anubis. Plutarco dice que, aunque muy joven, fue el primero que anunció a Isis la muerte de Osiris porque este Mercurio sólo aparece tras la disolución y la putrefacción designadas por la muerte de este príncipe. Y como Tifón y Nefti son los principios de destrucción y las causas de disolución, se dice que Anubis es hijo de este monstruo y de su hembra. He aquí, pues, Anubis hijo de Osiris y de Isis en realidad y nacido de ellos generativamente. Tifón y Nefti son también sus padre y madre pero solamente como causas ocasionales. Ramón Llull se expresa en este sentido [2] cuando dice: Mi hijo, nuestro hijo tiene dos padres y dos madres. Esta agua es llamada agua de la sabiduría, porque es todo oro y plata y en ella reside el espíritu de la quintaesencia que lo hace todo y sin ella no puede hacerse nada. Este fuego, esta tierra y esta agua que se encuentran en esta misma materia de la obra, son hermanos como los elementos lo son entre ellos, lo que hace que Isias los llame con este nombre θεοι αδελφοι [dioses hermanos]. Dice también que son dioses synthrônes de Egipto, o dioses reverenciados por igual entre los egipcios, participantes de un mismo trono y un mismo honor, para hacernos entender que los tres sólo son uno y que significan la misma cosa aunque tengan diferentes nombres. Esta unidad o estos tres principios que se reúnen para hacer solamente un todo, es declarada palpablemente por el triángulo que se ve en este monumento.
Habiendo dicho lo que es Anubis se adivina fácilmente cómo puede acompañar a Osiris en su viaje, puesto que el Mercurio filosófico está siempre en el vaso, que pasa por el negro o Etiopía, el blanco y etc., se ha visto el resto en el capítulo de Osiris. En cuanto a la cabeza de perro que se da a Anubis, hemos visto que los egipcios tomaban al perro como símbolo de un ministro de estado, lo que conviene muy bien al mercurio de los filósofos, puesto que es él quien conduce todo el interior de la obra. Sólo el caduceo ya da a conocer a Mercurio, la cara, tanto negra como de color del oro que le da Apuleyo indica claramente los colores de la obra. El texto de Ramón Llull que hemos citado hacever que Osiris, Isis y Anubis o Serapis, Apis y Anubis están encerrados en un mismo sujeto, puesto que Osiris, símbolo del Sol, e Isis, símbolo de la Luna, se encuentran en el agua mercurial, pues los filósofos llaman indiferentemente Sol u oro a su azufre perfecto al rojo y Luna o plata a su materia fijada al blanco. El cocodrilo, animal anfibio, sobre el cual Isias ha hecho representar a Anubis de pié, designa que Mercurio o el dios Anubis está compuesto o nacido de la tierra y del agua y a fin de que no se menospreciara ha hecho poner después un prefetículo y una patera, que son los vasos donde se mete el agua u otros licores. El fardo que Kircher no ha explicado y que Montfaucon toma por un cojín terso, confesando que no sabe para qué uso, significa el comercio que se hace mediante el oro, cuyo símbolo es el globo que Anubis lleva en la mano derecha. Se ve tan a menudo el globo en los jeroglíficos egipcios porque tenían al arte sacerdotal como objeto. Cuando este globo está junto a una cruz es para hacer ver que el oro está compuesto de los cuatro elementos tan bien combinados que no se destruyen el uno al otro. Cuando el globo es alado es el oro que es preciso volatilizar para llegar a darle la virtud transmutativa. Un globo rodeado por una serpiente o una serpiente apoyada sobre un globo es signo de la putrefacción por la cual debe pasar antes de ser volatilizado. Así mismo se le encuentra algunas veces alado con una serpiente sujeta debajo, [3] y entonces designa la putrefacción y la volatilización que le sigue. Pero es preciso poner atención en que hablo del oro filosófico o Sol hermético, me creo en el deber de hacer esta observación temiendo que algún soplador tome ocasión de buscar mediante las aguas fuertes o algunos disolventes parecidos, el medio de destilar el oro común y se imagine haber dado en el blanco cuando haya llegado a hacerlos pasar juntos al recipiente.

Y he aquí algunos versículos del Mensaje Reencontrado de Cattiaux cuyo perfume me dan a entender el mismo Mercurio, dejo al lector la libertad de hacer su asociación:
II, 6’:
La corteza terrestre extravía a los más sutiles observadores, pero el mar interior ilumina al hombre simple y creyente.
III, 9’: La luz de los astros brilla en el cielo y en el interior de la tierra.
II, 34’: El fuego reviste todas las formas, pero permanece fijo en su interior.
XII, 50’: Materia, Matriz, Matraz, Mater. Patria, Parte, Pastor, Pater.
Letanía, 10: Matriz del sol.
II, 59’: La tierra pura separada de su muerte. La luna blanca salida de su sombra. El sol rojo lavado de sus manchas.
II, 60’: El agua sale de la tierra y vuelve a la tierra hasta que se abre la flor blanca y hasta la maduración del fruto púrpura.
VII, 48’: Consideremos el agua de nuestra roca y veremos brillar las estrellas, la luna y el sol en nosotros mismos.
II, 14’: Dios hace surgir los frutos de la tierra por medio del agua y del fuego unidos en uno. “¡Oh, milagro de resurrección!”.
XXVI, 13: Hay dos vías de retorno a Dios: ya sea la disolución en la vida universal y libre, ya sea la coagulación en ella.
XXVI, 13’: La primera vía es enseñada por muchos y realizada por algunos. La segunda vía es enseñada por algunos y realizada por muy pocos.
XXVI, 13’’: El que las separa es ignorante. El que las une es Sabio.
XXXI, 39: Hay que disolver antes de coagular.
XXXI, 39’: Es la ley del cielo y de la tierra.
II, 72’: La reunión de los cuatro elementos forma la quinta esencia, raíz de la luna y del sol.
XII, 32’: El que fecunda reside en el sol. La que alimenta permanece en la tierra. La que libera se mueve en el cielo. El que unifica reposa en el corazón.
XII, 33’: La unión del agua y de la tierra hace aparecer la pureza de la vestidura luminosa del Señor, y el fuego manifiesta la virtud secreta del tesoro de Dios.
III, 82: La mujer disgrega al hombre hasta el agua del aire. El hombre consolida a la mujer hasta el fuego de la tierra. De estos dos brota el infinito de la creación perfecta, que manifiesta la gloria del Único sobre la tierra de los vivos.
III, 82’: La licuefacción y la vegetación de la tierra son el primer misterio. La solidificación y la animación del agua forman el segundo misterio. La alianza de la primera agua con la segunda tierra constituye el tercer misterio.
X, 54’: Dividimos por el fuego de la tierra. Depuramos por el agua media. Unimos por el fuego celeste. Multiplicamos por el agua y por la tierra santas.
V, 36’: La estrella de la mañana nos guía hasta la luna de suavidad y hasta el sol de fuerza.
IV, 8’: Ella ofrece la plata y el oro, el diamante y el rubí, pero todos rechazan su mano porque es negra.
II, 21’: El oro que dormita en el barro es tan puro como el que brilla en el sol.
II, 25’: El sol visible y el sol invisible maduran todas las cosas hasta la perfección áurea del fruto perfectísimo.
II, 59’: La tierra pura separada de su muerte. La luna salida de su sombra. El sol rojo lavado de sus manchas.

[1] . Kircher, Obelisc. Pamph. p. 295.
[3] . Kircher, Obelisc. Pamph. p. 399.

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